domingo, 14 de febrero de 2021

Del juego al personaje, teatro infantil global e inclusivo.


La afición por el teatro infantil me viene marcada por mi trayectoria profesional de maestro, gran parte desempeñada en un colegio de integración preferente de alumnado con discapacidad auditiva.

 Este contexto ha guiado mi labor educativa a una continua búsqueda de estrategias y recursos educativos, capaces de dar respuesta a toda la diversidad que se manifiesta en los distintos grupos de escolares, acentuada aún más por las características específicas del Centro.

En esta búsqueda descubrí el potencial del teatro como herramienta pedagógica de primer orden para el desarrollo de competencias básicas, actitudes de tolerancia, trabajo colaborativo y, sobre todo, inclusión. A través de esta he podido implementar nuevos planteamientos didácticos y metodológicos que me han permitido crear espacios, donde niños y niñas, a través de actividades abiertas y flexibles han sido capaces de descubrir, experimentar, buscar soluciones, expresarse de manera espontánea y desinhibida, además de aprender a reconocer y aceptar las capacidades y limitaciones propias y de los demás. 

El erizo que regalaba abrazos

  Acercar a los niños y niñas a la acción y a los personajes de la historia, es sin duda la parte más importante de toda obra.  Es en el proceso donde radica el verdadero valor educativo del teatro infantil. De su desarrollo dependerá no solo los aspectos funcionales: el reparto, la construcción de personajes, la asignación de funciones no interpretativas, la comprensión de la historia, sino también, aquellos otros que tienen que ver con la adquisición de competencias sociales, emocionales y expresivas. Por todo ello, este trabajo se centra en el proceso, el cual se constituye como lo realmente importante. El resultado estético, la representación, no es más que la excusa.

 Con todo este trabajo pretendo no sólo presentar unas obras y unos recursos para la práctica de la dramatización con niños y niñas, sino, sobre todo, transmitir una experiencia maravillosa que me ha llevado a disfrutar de mi labor como docente, compartiendo el entusiasmo y la ilusión de los niños y niñas que me han acompañado en todo este proceso educativo. Ellos son, los verdaderos protagonistas, el resto, los espectadores.

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